Llegamos muertos al aeropuerto de Manila después de un vuelo bastante pesado y aunque no es muy tarde ya es de noche. La vieja terminal que nos recibe está bastante desvencijada y hace un calor horrible. Después de los típicos controles de pasaportes, la recogida de mochilas y de equivocarnos en la fila para el taxi (
hay dos tipos de taxi, los caros de prepago que cuestan unos 600 pesos, y otro, de taxímetro que cuestan según el trayecto), conseguimos que nos lleve al hotel (
Malate Pensionne), un taxista supersimpático que nos informa del tifón del día anterior (media Manila sin luz). Le pagamos 250 pesos (unos 4 euros incluyendo la propina). La Malate Pensionne es un hotelito, todo de madera, con habitaciones pequeñas pero correctas, con baño y aire acondicionado. Virtudes: está muy bien situado para salir de copas. Defectos: con lo marchosa que es Manila, tenemos ruido toda la noche. A parte, el aire acondicionado está anticuado y hace muchísimo ruido. Todo esto por 1400 pesos por noche (24 euros). Vista la marcha, salimos a tomar una cerveza (San Mig) en el simpático café de al lado. Cenamos en el Café Adriático, otro café del barrio, bonito y algo caro para los precios de Filipinas.
Jueves 15 de julio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario