Nos vamos en tricicle a la White beach (50 pesos, 90 céntimos de euros)…todos los tricicles de la puerta del hotel cobran 50 pesos por distancias cortas mientras que cincuenta metros más allá, no cobran más de 20 pesos por trayecto. La playa nos decepciona un poco, porque aunque el agua está transparente y las vistas son bonitas, es minúscula, sin apenas arena (marea alta) y encima…de pago (ver foto).
Tras unos bañitos, volvemos al Puerto y vamos a comer cerca de la catedral, al restaurante Neva’s place. Emili come una buena pizza y Serge pasta a buen precio en un patio tropical(=mosquitos….si van a Palawan, no olviden llevar 10 litros de repelente). Hace un día soleado pero con muchísimo calor. Visitamos como zombies la “Catedral”, una iglesia neo-gótica bastante normalita (ver foto). A pesar del calor decidimos ir caminando al museo que está relativamente cerca, y casi derretidos nos refugiamos en un café japonés de la plaza. Recuperados gracias al aire acondicionado del bar visitamos el caótico museo en el que se encuentra un poco de todo. Volvemos al hotel a descansar. Averiguamos la contraseña wifi del hotel (casalindainn) y pasamos un rato con el ordenador. Salimos al Kinabuch a tomar algo y acabamos cenando allí. La cena nos encanta. Serge prueba el Lapu Lapu (pescado delicioso) y Emili Mixed seafood with oyster sauce, una especie de plato oriental con mariscos…¡¡¡buenísimo!!! Para alegrar la cena, pedimos un vino blanco de California (600 pesos, 10€, que a pesar de parecer razonable en Europa, es un artículo de lujo en Filipinas). Completamos la velada con un par de gin tonics y el total nos sale por 1400 pesos, nuestra comida hasta ahora más cara en Filipinas, pero que resulta irrisorio en Europa (no llega a 12 euros por barba). Nos acostamos pronto porque la excursión empieza a la 7 y media de la madrugada.
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