El día está muy nublado y ventoso y el mar bastante agitado. Como ayer no paró de llover, además, esta muy embarrado y con poca visibilidad. Así hacer buceo es misión imposible. Serge, terco como una mula, lo intenta. Andamos hacía otra parte de la isla y nos recoge un alemán afincado en la isla. Nos desanima a seguir buscando lugares para practicar el buceo en un día así. Lo asumimos y nos tomamos unas cervecitas en un complejo muy pijo de esa zona. Volvemos a la playa más famosa de la isla Alona beach y allí comemos. Serge gruñe por lo escaso de las raciones, aún así, con dos copas de vino nos sale por 700 pesos. Nos bañamos en la playa que no está nada mal a pesar del mal día y tomamos un café bastante bueno mirando al mar. Volvemos en tricicle a Tagbilaran (150 pesos) y visitamos el pobre museo de la plaza.
La ropa de la lavandería aún no esta lista y nos aseguran que estará a las 5 y media. El tiempo pasa y la ropa no llega. Emili sale a pasear y habla un buen rato con un holandés afincado allí.
Nerviosos vamos varias veces a preguntar a la lavandería... y al final llega a las 6y cuarto. Nos vamos al día siguiente a las 7 de la mañana y ya nos temíamos lo peor. Al hacer la maleta Emili se da cuenta de que no le han traído la mochilita pequeña y la lavandería cerrada. Tras varias pesquisas infructuosas nos vamos a cenar a la placita donde solíamos tomar copas. "Camarones rebosados" y pollo ( la verdad es que la comida tiene mucho que ver con la española) es nuestra cena que Serge complementa con un halo-halo (típico helado enorme de Filipinas). Todo por 465 pesos con dos cervezas por barba. Salimos a tomar más cervezas al patio y a dormir...
Têtu comme une mule, Serge? Mais non, voyons!
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